Esta casona es de tipología ganadera, y puede datar del siglo XVIII, en pleno apogeo de la actividad trashumante. Se tiene constancia de los últimos propietarios pero no de las familias ganaderas que la debieron habitar. Así, durante el siglo XX fue propiedad de la familia García del Valle asentada en Madrid, de la Familia Gómez asentada en Sevilla, y tras varias décadas de abandono pasó a manos de Valentín Montalvo quien dio vida y luz a este edificio. En la actualidad lo disfruta la familia Orueta.

La ganadería

Dadas las características del medio físico, elevados índices de pluviosidad y relativa planitud de las cimas y laderas para la formación de pastos, la ganadería fue la actividad que proporcionó mayor bienestar y prosperidad a Viniegra de Abajo. Los momentos de mayor esplendor de la ganadería fueron el siglo XV y la primera mitad del siglo XVIII. Para tener presente el potencial y la riqueza de los pastizales de las Siete Villas, conviene recordar que en los inicios de la segunda mitad del siglo XVIII, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, el censo ganadero trashumante era aún:

  • En Viniegra de Abajo de 17.169 lanares trashumantes, y 2.557 cabras, que van al cuidado de cinco mayorales, 80 rabadanes y compañeros y seis temporeros.
  • En de Ventrosa 6.769 lanares trashumantes, 1.655 cabras, 113 caballos, 30 mulas y 17 pollinos.
  • En de Viniegra de Arriba 29.100 lanares trashumantes, 1.100 cabríos que van al cuidado de 3 mayorales, 37 rabadanes y compañeros, 22 temporeros (que se ocupan 7 meses) y 32 zagales.
  • En de Villavelayo 290 ovejas carneros y corderos trashumantes en la provincia de Extremadura, que pertenecen a la mayoría de los vecinos de la villa. Con ella van 108 caballares, 12 mulas, 9 jumentos y 1.459 cabras, y había 3 mayorales, 14 rabadanes, 12 zagales y 18 temporeros.
  • En Brieva, el Catastro no indica cuantos miles de cabezas trashumantes, pero sí incluye que había 3 mayorales de ganado fino trashumante que ganan de soldada 1.500 reales, incluida la comida, 49 pastores de ganado fino trashumante a razón de 630 reales y 46 zagales a 462 reales.
  • En Canales se indica la existencia de 33.981 cabezas de ganado fino y trashumante, 3.054 cabras trashumantes, 28 mulas y machos trashumantes, 200 caballos trashumantes y 24 jumentos.
  • El Mansilla 10.794 lanares trashumantes, 2.382 cabríos, 100 caballares, 18 mulas y 43 jumentos, con 2 mayorales, 32 rabadanes, 6 compañeros y 30 temporeros.

 

Debido al menor valor de la lana, este censo ganadero siguió descendiendo, de tal modo que Bañuls, en 1895 decía que Viniegra era pobre, “porque la ganadería, que era el sustento de sus habitantes, iba desapareciendo de modo asombroso”, “si alguna vez piensan los viniegreses que la vida se hace difícil y hasta imposible bajo las malas condiciones que les rodean, otros se olvidan de esto, pensando que no ha de faltarles algún pariente ausente que les socorra”’. Por lo que se deduce que en esas fechas se habían iniciado ya, la recepción de remesas de dinero de los que habían emigrado, desde mediados de ese siglo, no solo para sus familiares, sino también con donativos para la realización de mejoras en la villa y para la iglesia.

Además de la ganadería trashumante, que estaba orientada principalmente a la producción de lana, existía, tradicionalmente, la ganadería estante, que era aquella que venía a satisfacer las necesidades de alimentación de la propia villa y a facilitar el trabajo en los meses en los que la agricultura requería poca actividad, como era la estación de invierno. En este tipo de ganadería ocupaba lugar preeminente el ganado lanar, el cabrío, el vacuno, y también los cerdos. Para los tres primeros existía en Viniegra de Abajo, lo mismo que en otros pueblos de la comarca y de Cameros, el oficio de pastor, pagado por todos los que tenían reses en el rebaño. Lo había de ovejas, de cabras, de vacas, aunque estas y las yeguas solían dejarse en las dehesas, mientras que las ovejas y cabras salían y regresaban todos los días, concentrándose en un lugar del pueblo, para partir como rebaño a pastar.

Entre los animales de la ganadería estante, el cerdo constituía la despensa de casi todas las familias, que se solía sacrificar con la denominada moraga o matanza entre los meses de noviembre y diciembre de todos los años, en función de la mayor o menor abundancia de alimento de piensos para su sostén y engorde. Se utilizaba para ello, además de las berzas y patatas, la bellota. Los parajes donde se recolectaba la bellota eran los montes Teilo, El Encinero, la Dehesa, Ruiliza, Garvey, y otros. La bellota podía ser de roble y de encina y como sus árboles florecen en distintos momentos, había años en los que había abundante bellota de roble y otros de encina. Para la recolección de la misma se tenían establecidas normas, de forma que se fijaban un determinado número de días para cada uno de los vecinos, y su recogida, a veces, iba precedida por el pastoreo de los mismos cerdos en las dehesas.

La ganadería en el siglo XX

Aunque el censo ganadero seguía disminuyendo, aún quedaban en 1919, los ganaderos trashumantes Manuel Gómez, Epifanio García, José Fernández, Hermenegildo de Diego,  Benito Espiga, Eusebio Tirado y Francisco García, que además de trashumantes, sobre todo los dos primeros, tenían ganado lanar dedicado principalmente a la venta en mercados, para carne. Estas familias continuaron con esta actividad ganadera, al menos hasta los años sesenta, y a raíz de la Guerra Civil se incorporaron otros ganaderos.

En esos años los rebaños trashumantes solían regresar en el mes de mayo a la villa y poco después iniciaban las faenas del esquileo, a las que solían concurrir dos numerosas cuadrillas de esquiladores compuestas por vecinos de Ventrosa, Villavelayo, Tolbaños de Abajo (Burgos), Valdepez y otros años también de Barbadillo del Pez (Burgos), que amenizaban la villa con alegres cánticos, el pelear y ladrar de los mastines…

Durante este mes se veía muy concurrido y animado el hermoso paseo de la Fuentina y se oía con deleite los diarios conciertos que en los mismos se daban. Cuando los rebaños trashumantes regresaban de los pastizales de Brozas, Alcántara y Sierra Fuentes, Cáceres y la Caracolera de Ciudad Real, pastaban en los parajes de la sierra de Urbión denominados Campoluengo, Campituezo, La Nevilla, La Alrrucea y Collado de la Traición, entre otros.

El itinerario que se seguía en su ida y regreso a Extremadura, se hacía atravesando los campos de Castilla dirección Medina del Campo y Salamanca, pasando el Duero y el Tajo, según se describe en unas quintillas del poeta Pancho. A partir de 1930, el regreso de las ovejas de Extremadura, solía hacerse, en algunos casos, en ferrocarril, hasta Almazán (Soria) o hasta Burgos en otros casos, donde desembarcaban y a donde salían en su busca sus propietarios, Fernando, Santiago García, etc.

El mantenimiento de la ganadería trashumante en esta etapa seguía tropezando con la dificultad para la venta de la lana. En junio de 1926, El Najerilla daba la noticia de que “resultaban chicas las lonjas donde depositar la lana, debido a no haberse vendido el corte del año anterior por falta de demanda y precio remunerador, no explicándonos la causa de la baja en este artículo, sosteniéndose a tan elevado precio los géneros que de ella se derivan”. Este mismo hecho se produce otros años.

En esta etapa se sigue recogiendo la bellota para el engorde de los cerdos y para la alimentación de la ganadería estante en invierno. En diciembre de 1922 El Najerilla daba la noticia de que “se ha terminado la recolección de la bellota que este año ha sido administrada con orden y en razón; habiendo metido en casa la mayoría de los vecinos —después del engorde de los cerdos—, buenas fanegas de la misma, que siempre es un recurso; pero más de apreciar, en estos años que tan escasos están los piensos” En noviembre de 1924, el mismo Najerilla decía que “está en todo su apogeo la recolección de la bellota, que ese año ha superado a los anteriores, viéndose los vecinos en gran apuro por la falta de locales donde tenderla, pues hasta los dormitorios están llenos, dándose el caso de no poder dormir con tranquilidad, pues de uno al otro piso se oye el ruido que hacen los granos”.” La Moraga o matanza del cerdo continuaba teniendo lugar en noviembre o diciembre de cada año, según la abundancia o escasez de piensos.

La ganadería en el siglo XXI

En el siglo XXI aún quedan en Viniegra un puñado de ganaderos que constituyen el grueso de la población activa de invierno. Estos ganaderos son en su mayor parte de vacuno, pero también los hay de ovino, caballar y cabrío.

El modo en que se administra ha cambiado totalmente, el ganado es fundamentalmente estante, si bien un par de ganaderos de Viniegra de Arriba y Ventrosa están experimentando de nuevo las ventajas de la trashumancia. La gestión de las ganaderías viene determinada por las directrices de la PAC (La política agraria común de la UE)

Con el mayor agradecimiento al Dr. Miguel Zapater Cornejo, cuyo estudio de investigación sobre la Asociación Protectora de Viniegra de Abajo ha sido el germen de esta iniciativa.

Fuentes documentales:

  • Miguel Zapater Cornejo – Miembro de la Sociedad Española de Historia de la Educación. IER.
  • Revista el Najerilla.
  • Balance y memorias de la Asociación Protectora de Viniegra de Abajo.
  • Instituto de Estudios Riojanos.